Bajo este lema hemos salido hoy a la calle en Valencia para protestar por la postura del Vaticano ante la resolución presentada por Francia de despenalizar la homosexualidad ante la celebración del 60 aniversario de la firma del tratado internacional de derechos humanos.
Lógicamente los paises que condenan a la pena de muerte, encarcelan o torturan a homosexuales y transexuales por el hecho de serlo han rechazado la propuesta y el Vaticano se ha puesto de su lado esgrimiendo argumentos tan retorcidos como que "agregaría nuevas categorías a los protegidos de la discriminación”. “Si se adopta, creará nuevas e implacables discriminaciones”, “por ejemplo, estados que no reconocen las uniones del mismo sexo como ‘matrimonios’ quedarían en la picota y serían objeto de presión”, esto lo dijo el arzobispo Celestino Migliore.
El Vaticano no entiende que esto no tiene nada que ver con el matrimonio sino con el derecho a la vida y a la integridad física. Es una cuestión básica de derechos humanos. Según el último informe de ILGA, todavía hay 86 paises donde se encarcela, se tortura y se aplica la pena de muerte a homosexuales y transexuales. El Vaticano renueva así su compromiso contra la vida y la libertad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.
El Vaticano y la Jerarquía de la Iglesia Católica deberían plantearse si esa es la Iglesia que las personas creyentes quieren. Si esa es la Iglesia Católica del siglo XXI o la iglesia del pasado, de las mazmorras, la intolerancia y la inquisición.
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