domingo, 13 de enero de 2019

Recuperando las estrellas del cielo de València

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Ser líder en contaminación lumínica ha sido un lastre más para la ciudad de València durante muchos años. El estudio Contaminación lumínica en España, que realizó el departamento de Astrofísica y Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Complutense de Madrid en 2009, concluía que España era el primer país de la Unión Europea con mayor consumo medio por farola y València, la ciudad que más despilfarraba en España. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el concejal responsable de alumbrado del anterior equipo de gobierno del PP, se atrevió incluso a manifestar que no es que València tuviera un exceso de luz, sino que las otras ciudades estaban a oscuras. Tirando de refranero, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

La contaminación lumínica provocada por una incorrecta iluminación artificial es uno más de los problemas ambientales que afecta, no solo a las arcas municipales por el derroche energético, sino al equilibrio de la biodiversidad e incluso al descanso nocturno por la luz invasiva que entra por las ventanas de nuestras viviendas. No hay argumento que justifique vivir en una ciudad que tiene calles y avenidas que parecen pistas de aterrizaje, porque las calles no pueden estar igual de iluminadas de día que de noche. La contaminación lumínica de las ciudades nos ha robado la posibilidad de contemplar toda la belleza que nos ofrece el cielo nocturno.

Iluminar adecuadamente y de manera eficiente implica evitar la emisión de luz a la atmósfera y dirigirla estrictamente hacia el suelo, que es donde necesitamos ver. No se trata de disminuir la visibilidad nocturna, ni la seguridad – no existen estudios concluyentes que vinculen una mayor iluminación con una disminución de la actividad delictiva – , sino emplear la cantidad de luz necesaria para conseguir mayor calidad de vida para las vecinas y vecinos, proteger el medio nocturno y un gasto responsable de energía y dinero.

El equipo de gobierno liderado por Joan Ribó inició en 2015 un camino hacia la sostenibilidad energética, que ha supuesto poner en marcha una serie de medidas con el objetivo de reducir las emisiones de luz hacia el hemisferio superior, desarrollando políticas de alumbrado más eficientes para reducir la contaminación lumínica.

En menos de cuatro años València habrá cambiado más del 50% del parque lumínico compuesto por 107.000 puntos de luz con un coste superior a 14 millones de euros para conseguir hacer de València una ciudad más eficiente, obteniendo un importante ahorro económico y avanzando decididamente en el camino de la sostenibilidad y en la lucha contra el cambio climático.

En todas las inversiones en alumbrado público, se priorizan los distritos, barrios y calles en los que el equipo de gobierno anterior del PP llevaba muchos años sin invertir y que ha supuesto tener unas instalaciones obsoletas y altamente contaminantes. Una de las pocas inversiones que el PP realizó en los últimos años fue en 2013 instalando las famosas Leds de Rus en algunos barrios como Ciutat Vella o Russafa.

La sociedad, de la mano de las administraciones públicas, tenemos la responsabilidad de realizar acciones encaminadas a paliar el cambio climático y en el Ayuntamiento de València tenemos un compromiso firme.

Luisa Notario,
Assessora del Grup Municipal Compromís en l’Ajuntament de València

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