martes, 4 de diciembre de 2012

Las familias LGTB en la revista religiosa Alandar

El mes pasado contactaron conmigo desde la revista de información social y religiosa Alandar, a través de una chica que conocí en el Grupo de Asuntos religiosos de Lambda cuando era coordinadora general, pidiéndome un artículo en el que hablara desde un punto de vista personal de las familias homoparentales, nuestras vivencias y nuestra realidad. Y esto es lo que salió. Espero que os guste.

http://www.alandar.org/spip-alandar/?El-mismo-amor-los-mismos-derechos

Me casé con Núria el 9 de julio de 2006 y compartíamos ceremonia con nuestros amigos Jose y Sergi. El hecho en sí no hubiera tenido mayor importancia si no hubiera sido porque dos parejas del mismo sexo se casaban en el mismo momento que el papa Benedicto XVI se encontraba a unos metros ofreciendo la misa del V Encuentro Mundial de las Familias, organizado con el apoyo de las instituciones valencianas y subvencionado por todos los valencianos y valencianas. Los sectores más conservadores consideraron nuestra boda una provocación y un insulto pero nuestro objetivo no era otro que visibilizar y reivindicar la existencia de otros muchos modelos de familia excluidos de ese encuentro. Y lo quisimos hacer con un acto de amor y de compromiso como es una boda. Nos acompañaron y nos apoyaron nuestros familiares, amistades, compañeros y compañeras… como ocurre en cualquier boda.




Pocas voces, pero muy poderosas, han manifestado en reiteradas ocasiones su oposición a que parejas del mismo sexo pudiéramos tener hijos, cuestionando nuestra idoneidad, nuestra capacidad de educar y de criar, de amar. Pero la realidad es que las personas que compartimos nuestra vida con una persona de nuestro mismo sexo podemos tener hijos hace muchos años porque, individualmente, hemos podido adoptar y acceder a procesos de reproducción asistida desde la década de los 80, sin olvidar que no somos estériles y hemos tenido hijos e hijas en relaciones con personas de sexo contrario. Hemos luchado siempre -y lo seguimos haciendo- es para que nuestros hijos e hijas tengan los mismos derechos que el resto. Que no se les excluya ni se les discrimine y que puedan tener el amparo legal de su otro progenitor o progenitora, algo que no ocurrió hasta la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en el año 2005.



En mi caso personal, yo siempre había querido ser madre y recuerdo que mi madre me animaba continuamente a hacerlo porque era una gran ilusión para ella ser abuela, pero nunca llegó a conocer a su nieta porque murió antes de que naciera. Me cerré esa puerta por la imposibilidad de darle a mi hijo o hija toda la seguridad jurídica que debía tener y lo descarté. Pero el cambio legislativo que se produjo en el año 2005 me abrió la puerta de nuevo y Núria y yo nos lo planteamos en el año 2008. Si teníamos un hijo, podríamos registrarlo como hijo de las dos. En un largo proceso nos quedamos embarazadas y en abril del año 2010 nació nuestra hija Laia.



Actualmente tiene dos años y medio y, si tuviera que definirla en pocas palabras, diría que es una niña inmensamente feliz, alegre, risueña, vivaracha, curiosa e inteligente. Es una niña emocionalmente equilibrada porque recibe un torrente de amor por parte de sus madres, abuelos, tíos y tía, amigos y amigas desde el mismo momento en que nació. Porque fue una niña muy deseada, no fuimos madres por azar o porque tocaba, sino porque queríamos y lo deseábamos en una decisión muy meditada. Jamás hemos recibido muestras de rechazo o discriminación por parte de nadie, empezando por las propias matronas el día de su nacimiento. Nuestras vecinas y vecinos están encantados con ella y ven a nuestra familia como una más después de la curiosidad inicial.



Varios estudios realizados por el Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla demuestran que nuestros hijos e hijas muestran perfiles muy parecidos al resto de los niños y niñas, siendo su única diferencia más destacable la mayor tolerancia a los roles de género. Y todo ello solo tiene una explicación y es que el equilibrio emocional de un niño no tiene nada que ver con la orientación sexual de sus progenitores sino con cuestiones relacionadas con el cariño y la educación.



*Luisa Notario es coordinadora de l’Espai de Famílies del Col·lectiu Lambda